Nuevamente, añadimos un nuevo tema musical a nuestro repertorio.
Os presentamos una "nueva" canción, incluida en el álbum "Somnis Electrònics" (Tema nº4), compuesta, editada y producida por mi, inspirada en el relato Bíblico de La rebelión de Luzbel.
Esperamos que os guste:
"La Rebelión del Luzbel (El Ángel Caído)
Al principio, en los albores de la creación, cuando el universo aún se
vestía de luces y sombras, de entre todos los entes celestiales, hubo
un ser que destacó sobre todos los demás; Luzbel, el Ángel de la Luz,
cuyas alas brillaban como estrellas en la eterna noche.
Se erguía con una belleza y sabiduría inigualables. Su voz cantaba
como la brisa que acaricia las flores en primavera.
Sin embargo, en lo más profundo de su ser, se gestaba la minúscula
llama de descontento, que murmuraba ideas de poder y libertad.
Luzbel sentía que la Alianza Divina le restringía. Oía las voces del
cielo resonando con alabanzas hacia el Creador. Observaba cómo los
humanos, seres frágiles e imperfectos, adoraban y eran protegidos por
el Todopoderoso, mientras que él, el más luminoso de los Ángeles,
vivía eclipsado bajo la pesada losa de la obediencia. La idea de un
Dios distante y soberano, poco a poco comenzó a nublar su corazón, y
el deseo de liberación se convirtió en su única verdad incuestionable.
Aquella rebelión comenzó con pequeños susurros, entre ángeles fieles
que también comenzaron a cuestionar su lugar en el Reino
Celestial.
"¿Por qué debemos ser meros servidores de un Ser, que parece no
compartir su Gloria con nosotros?", retumbaban sus palabras en la
antesala de los Atrios del Cielo.
Con cada aliento, tras cada rumor y a cada palabra, la discordia se
afianzaba, sembrando la semilla de una sedición, que florecía con
raíces profundas. Y así, progresivamente, la luz se tornó sin
pretenderlo en tinieblas.
Una noche clara y estrellada, Luzbel se presentó ante sus Hermanos,
armándolos
con promesas de poder, soberanía e independencia.
“¿Acaso no somos nosotros quienes mantenemos el equilibrio de todo el
Universo?
¿Por qué no ser dueños de nuestro propio destino?, !Tomémoslo con
nuestras propias manos!”,
instigó con fervor. Fue entonces cuando el orgullo se transformó en
ira divina y un soberbio grupo de ángeles decidió seguirle.
Sin embargo, el eco de la discordia llegó a oídos del Creador y viendo
el caos, decidió actuar, y enfrentar la sedición con Compasión y Amor
(profundo y desmesurado). Pero Luzbel, cegado por su orgullo, vio esto
como debilidad.
Así fue como la antecámara del Paraíso se convirtió en el escenario de
un conflicto inevitable. Una Gran Guerra se desató feroz en los
Cielos. Clamor de alas y gritos resonaron en el Reino. Espadas
refulgentes chocaban contra escudos tenebrosos, y el eco de la gran
batalla resonaba a través de las Esferas Celestiales. El conflicto
titánico entre el bien y el mal se extendía, en una la luchaba cruenta
por dominar la Eternidad.
Mientras tanto, Luzbel danzaba en el centro de la tempestad, como el
emperador de una rebelión que lo estaba consumiendo. Su suerte estaba
sellada.
Y el Creador, con un gesto de su mano, convocó a los Arcángeles sobre
el campo de batalla, excelsos guerreros de la pureza, quienes
descendieron como meteoros de justicia. Las fuerzas del bien se
unieron para restaurar el equilibrio y poner fin a la insurrección.
La lucha prosiguió con ferocidad, pero la balanza se inclinaba con
cada golpe de la espada en llamas de Michael, resonando como un
trueno, mientras que la voz de Luzbel, antes melodiosa, se convertía
en gritos y lamentos de desesperación.
Finalmente, en un corto instante que se hizo eterno, los Ángeles
leales derrotaron a los rebeldes, atrapando a Lucifer en la red de su
propia ambición.
Luzbel fue arrojado con estrepito de los cielos. Las alas que antes
deslumbraban se tornaron cenizas y cayó derrumbado en los abismos del
destierro.
El vacío lo abrazó y su excelsa luz ya extinta, lo transfiguró en
Lucifer, el Portador de la Oscuridad.
En su caída, arrastro con él muchos Mundos y a aquellos que eligieron
su lado, se sumieron en una cuarentena perpetua. Vio alejarse el
paraíso, y comprendió que había perdido no solo su hogar, sino también
su esencia divina. La perdición no era solo su condena; era el precio
que tendría que pagar por haber pretendido la lujuria de poder.
Y así, en la vastedad del abismo infinito, Lucifer se convirtió en el
Eterno Emperador de la Nada, prisionero de su propia rebelión,
atrapado en su propia oscuridad, mientras que los Cielos recuperaban
sin prisa, la armonía usurpada.
Desde las profundidades, su risa perversa resonaba amargamente, como
el recordatorio de que hasta el Ángel más hermoso puede caer por su
deseo desmedido.
La lucha entre el bien y el mal continuaría, pero en esa batalla, el
eco de su caída sería siempre un canto de advertencia para aquellos
que se atrevan a desafiar la Luz".
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Nuestro agradecimiento especial al material gráfico de: Luis Quintero, Martin Sánchez, Tima Miroshnichenko, Oleg Gamulinskii,
Nathan Baldwin, Boris Zaitsev, Engin Akytur, Artur Szczubelek, Kelly,
Nang Kpa, Kadumago Clipe e Arte, Iceberg San y Kool Shooters, Photo By:
Kaboompics.com.
Gracias especiales a las pinturas de :
Alexandre Cabanel "El Ángel Caído", "Fallen Angel", Peter Paul Rubens
"San Miguel expulsando a Lucifer y los ángeles rebeldes", Gustave Doré
"Lucifer el ángel caído", Ayami Kojima "RahXephon", Luan Nguyen "El
castigo por alta traición" y "Fallen angel" Autor desconocido.
Y a la escultura de: Ricardo Bellver "Ángel Caído", en el Parque del Buen Retiro de
Madrid.
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