24 jun 2024

MENORCA, RESERVA DE LA BIOSFERA (SANT JOAN)

Hoy, en el solsticio de verano, se celebra la festividad de San Juan, íntimamente ligada a la pequeña isla española de Menorca, ubicada en el mediterráneo occidental, fue declarada Reserva de la Biosfera, por el Consejo de Coordinación del Programa Hombre y Biosfera (MaB) de la UNESCO, el 7 de octubre de 1993.



El reto de las Reservas de la Biosfera, actualmente 669 en más de 120 países, es desarrollar la actividad humana compatibilizándola con la conservación de los recursos naturales y de patrimonio cultural.

En Menorca en concreto, se fomentan los valores naturales y culturales, promoviendo un uso compatible con su conservación, conseguir un desarrollo económico y social favoreciendo la economía circular, verde y social. Toda la sociedad menorquina, ha sabido implicarse, concienciarse y responsabilizarse de la importancia de conservar esta distinción. 

Los primeros habitantes de la isla, de acuerdo a los restos arqueológicos, demuestran que datan de comienzos de la Edad de Bronce, probablemente por habitantes de la Península Ibérica y de Cerdeña. Se desarrolló una cultura similar a la de Mallorca, influida por la cultura del Argar y diversas corrientes mediterráneas.

De ello dan fe sus monumentos megalíticos, de la llamada cultura talayótica, que dejó en Menorca tres construcciones típicas: talayots, navetas y taulas.

Los talayots, de los que hay más de 250 en una docena de asentamientos, tenían varias funciones: de vigilancia, de monumento funerario o ritual, o de mera residencia del líder del poblado.

Las navetas son construcciones funerarias casi exclusivas de Menorca. A destacar la de Es Tudons, la de Biniac-L´Argentina y la de Rafal Rubí.

Las taulas, exclusivas de Menorca, se componen de dos grandes piedras en forma de T, una vertical y otra horizontal y abundan por toda la isla: Talatí de Dalt, Torre d'en Galmés, Torralba d´en Salort, Binimassó, Binissafullet, Comerna de Sa Garita, San Agustí Vell, So na Cacana, Son Catlar, Torrellafuda, Torretrencada, y Trepucó, entre otras.



Tras estos primeros pobladores llegarían a la isla los fenicios y los griegos. Cuenta la leyenda que los fenicios denominaron a Menorca como Isla de Nura, que significaba “tierra de fuego” y los griegos Meloussa “lugar de ganado”.

En el año 205 a.C., los cartagineses al frente del general Magón, incorporaron la isla a su imperio y su general dio nombre a la ciudad que fundó, Mahón.

En el 123 a.C., Quinto Cecilio Metelo conquistó Menorca para Roma. "Portus Magonis", como denominaron los romanos al puerto de Mahón, se convirtió en un importante punto estratégico y Mahón en una próspera ciudad.

En el año 427, Menorca pasó a depender de los vándalos del norte de África y en el 534 fue conquistada por Flavio Belisario para el Imperio Bizantino.


En el año 903 los árabes conquistaron la isla para el Califato de Córdoba, donde permanecerían durante casi cuatro siglos. Ciudadela, a la que llamaban “Jamma”, se convirtió en la capital de la isla. La influencia árabe en la idiosincrasia y toponimia de la isla fue enorme. El amor de los menorquines a los caballos, como queda patente en sus fiestas de Sant Joan (Jaleo), proviene de aquella época.



Menorca formó parte del mundo musulmán hasta que Imperio Almohade fue derrotado por Jaime I el Conquistador. Este permitió que en Menorca surgiera la Taifa de Menorca o Reino de Menorca a cambio de pagar un vasallaje. De esta forma, Menorca, por unos años, fue un reino “independiente”.

El 17 de enero de 1287, las tropas de Alfonso II el Liberal derrotaron a las del último almojarife de Menorca, Abu Umar, e incorporaron el Reino de Menorca al Reino de Aragón. La población musulmana fue esclavizada y poco a poco deportada y, en su lugar, la isla fue repoblada con catalanes.


Tras la conquista por el Reino de Aragón, la historia de Menorca transcurre de forma paralela a la de Mallorca. De hecho, de 1298 a 1343 formó parte del Reino de Mallorca.

En 1343 Pedro IV el Ceremonioso venció a las tropas del Reino de Mallorca e incorporó de pleno las islas al Reino de Aragón.

Durante su dependencia de la Corona de Aragón, Menorca se benefició del poder comercial y marítimo que la Corona extendió por todo el Mediterráneo.

Desde principios del siglo XV Menorca vivió su peculiar guerra de las germanías, las luchas entre forenses “hidalgos” y los ciudadanos “campesinos”, y, además, estuvo a merced de las razzias moras, lo que dio lugar a que la isla casi se despoblase.


Tras la unión de la Corona de Aragón con la de Castilla, en la segunda mitad del siglo XV, Menorca se incorporó al Reino de España. 

Tras la toma de Túnez por Carlos I, la isla fue saqueada por los corsarios berberiscos. En 1534 Mahón fue saqueada por el pirata turco Barbarroja y el 9 de julio de 1558 Ciudadela lo fue por el pirata Mustafa Piali que destruyó la ciudad y cautivó a 3.500 ciudadelanos como esclavos.

Felipe II, para proteger la isla, mandó construir el fuerte de San Felipe a la entrada del Puerto de Mahón y varias torres de defensa en la costa, entre ellas, la de San Nicolás en Ciudadela.


El siglo XVII fue de general decadencia para Menorca debido en parte a la peste, a las sequías, a la amenaza de los piratas musulmanes y a las propias luchas internas.

En el siglo XVIII la historia de Menorca fue convulsa. Pasó de manos de los ingleses a las de los franceses y posteriormente a las de los francoespañoles. Hasta los primeros años del siglo XIX no volvió a manos españolas.

En la Guerra de Sucesión al trono de España, Menorca se inclinó por el Archiduque Carlos, a pesar de la oposición de una importante parte de los ciudadanos partidarios de Felipe V encabezados por el general Dávila. Los partidarios de Felipe V no pudieron resistir el ataque de la escuadra inglesa mandada por el general Laeke y, en septiembre de 1708, Menorca fue conquistada por los ingleses.

Por el Tratado de Utrech de 1713, Felipe V cedió Menorca a Gran Bretaña, iniciando la primera época inglesa, dominio que permanecería hasta 1756.

Ese año fue conquistada por los franceses bajo el mando del duque de Richelieu y, siete años después, por el Tratado de París de 1763, fue devuelta a Gran Bretaña. Esta segunda etapa inglesa duró hasta 1782, año en el que fueron expulsados por las tropas francoespañolas mandadas por el general Crillón.


De 1798 a 1802 la isla fue de nuevo fue ocupada por los ingleses y, tras el Tratado de Amiens, fue definitivamente entregada a España.

Durante la dominación inglesa el gobernador Kane trasladó la capital a Mahón y Menorca vivió su mejor época por la expansión comercial que supuso la presencia en su puerto de la armada inglesa y de los barcos corsarios de pabellón inglés.


En 1808, durante la guerra contra Napoleón, Menorca se puso de parte de Fernando VII.

Tras la guerra la isla recibió numerosos refugiados catalanes. Sin embargo, a partir de 1825, sufrió una fuerte emigración hacia La Florida, Las Antillas, América del Sur y muy significativa hacia Argelia.

Durante el reinado de Isabel II, en 1852, se construyó la Fortaleza de la Mola, que pronto se convirtió en prision militar y que mantuvo este destino hasta 1968.

A finales del siglo XIX la construcción naval y la fabricación de calzado aliviaron la precaria situación de la isla.


Durante la Guerra Civil española Menorca no sufrió grandes males. Estuvo de parte de las tropas republicanas hasta que ya, al final de la guerra, en febrero de 1939, fue tomada por las tropas nacionales. Hubo fusilamientos hasta que los republicanos controlaron la isla, además de un intento de desembarco por parte de las tropas nacionales en 1937 y también recibió bombardeos de la aviación italiana.

En el siglo XX la historia de Menorca ha seguido marcada por la emigración endémica y por el florecimiento de la industria del calzado y cuero, de la bisutería y del turismo. El sector primario ha ido perdiendo importancia de forma lenta y constante.

De hecho, el turismo ha supuesto un cambio social y demográfico radical para Menorca y es su principal fuente de riqueza, aunque parte de los menorquines lo consideren una agresión a su forma de vida y aún siguen oyéndose voces en su contra, y más cuando se ha de compatibilizar  con los objetivos de la declaración de Reserva de la Biosfera, que ha de respetar su patrimonio natural y ecológico, que es lo que hace de Menorca un destino único y diferenciado.



En el entorno de la isla destacan varias zonas protegidas:

El Parque Natural de S'Albufera des Grau, es el corazón de la Reserva de la Biosfera. Cuenta con más de 5.000 hectáreas y cientos de especies de animales y vegetales.

El Camí de Cavalls, un sendero de 185 kilómetros que rodea la isla, también se presenta como otro elemento clave.

La Reserva Marina del Norte, creada en 1999 con el doble objetivo de proteger el litoral menorquín y conservar las especies que en ella habitan.

En su cultura, influenciada por la diversidad de culturas que han confluido en la isla, el caballo es el protagonista común de todas las fiestas populares que cada pueblo de Menorca celebra durante el verano. La más popular y conocida es, en junio, Ciutadella, donde se celebran las fiestas de Sant Joan.

En su gastronomía típica, destaca su queso, el vino, las recetas tradicionales y la gastronomía marinera.

En definitiva, el litoral menorquín y la riqueza cultural, patrimonial y gastronómica confirman la decisión tomada ahora hace 31 años en París por la UNESCO.




ENLACES DE INTERÉS.



Reserva de la Biosfera:  https://youtu.be/zUK9PHXBOhE

 Menorca Turismohttps://www.youtube.com/watch?v=Z2TPcRRw_ZU

 Web de Menorca: http://www.menorca.es/



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