16 abr 2022

MAHOMA

Mahoma nació en la Meca, ciudad de Arabia occidental (la región conocida como Al-Hijaz), el 16 de abril de 570. Hijo de Abd Allah ibn Abd al-Muttalib y Amina bint Wahb, aunque su padre falleció antes de su nacimiento. Su madre murió cuando él era muy joven. Entonces fue criado por su abuelo primero y luego por su tío Abu Taleb. Su familia formaba parte del clan de Hashim, parte de la tribu de Quraysh, que dominaba la Meca. Desde muy joven trabajó apacentando ganado.

Se dice que se le impuso el nombre Mahoma debido a un sueño que había tenido su abuelo. También que recibió otros nombres, como Abul-Qasim, Ahmad y Mustafá.



Siendo joven, viajó a Siria formando parte de una caravana comercial. Durante su estancia, fue reconocido como profeta por hombres santos y eruditos, judíos y cristianos. Su condición de profeta era indicada por marcas en su cuerpo y por señales milagrosas de su naturaleza.

Una viuda rica llamada Jadiya (Khadījah), le contrató como administrador. Se afirma que tenía veinticinco años, y él la impresiona tanto que se desposó a Jadiya, en el año 595, según consta en el acta matrimonial, donde se lo reconoce como el hombre más perfecto de la tribu. Tuvieron dos hijos, Al-Qásim y Abdullah, que murieron en la infancia y cuatro hijas, Záinab, Ruqayyah, Umm Kulthum y Fátima.

Tras la muerte de Jadiya contrajo matrimonio con Sawdah, y al poco tiempo con Aisha. Más tarde se casó con Hafsa, con Zaynab bint Jahsh y con Umm Salama, viuda de un combatiente musulmán. Además, contrajo matrimonio con una cristiana de nombre Mariyah Al-Qibtía y tuvo otro hijo con ella, llamado Ibrahim ibn Muhammad, fallecido en la niñez. También se casó con una judía de nombre Safiyya bint Huyay.

Estudió las religiones judías y cristianas, y realiza meditaciones en el solitario Monte Hira, cerca de la Meca. Con cuarenta años sufrió su primera experiencia profética cuando se retiró a una cueva del monte, en las afueras de la Meca. Allí tuvo la visión del arcángel Gabriel que le ordenó "predicar" (iqra), le anuncia que Dios lo había elegido como Su Mensajero y Enviado junto a los hombres; le enseñó las abluciones (baños rituales de purificación) y la manera de adorar a Dios, la plegaria y un mensaje divino: «¡Recita en el nombre de tu Señor que creó al hombre a partir de un coágulo!».

Comenzó así, a predicar el islamismo, basándose en los principios de la unidad de Dios y la inmortalidad del alma. Al principio sus únicos seguidores fueron sus familiares más próximos, luego sus amigos íntimos, después la gente de su tribu y por último predicó públicamente en la ciudad y sus alrededores. En su llamamiento ataca en primer lugar la idolatría, el politeísmo y al ateísmo: insiste en la necesidad de creer en un Dios único y Trascendente, en la Resurrección y en el Juicio Final, invita a la caridad y la beneficencia.

Existen dos relatos que, según la tradición, se remontan al comienzo de la trayectoria de Mahoma como profeta. Uno de ellos dice que mientras dormía, dos ángeles le abrieron el pecho y eliminaron toda huella de incredulidad y de pecado que encontraron en él.
El segundo cuenta cómo fue llevado por la noche hasta el trono de Dios en los cielos. Por la mañana se encontró de nuevo en la Meca.
Famoso también el relato del Viaje Nocturno (Isra), transportado milagrosamente a Jerusalén para orar con Abraham, Moisés, Jesús y otros profetas.

Los seguidores de Mahoma no eran numerosos y la mayoría de los habitantes de la ciudad les reprochaba subvertir la religión de sus antepasados. Una narración refiere que, desesperado por atraer hacia su causa a los habitantes de la Meca, fue tentado por Satán para proclamar como revelación divina determinados versículos. Estos versículos reconocían a tres diosas que los residentes de la Meca adoraban, otorgándoles un lugar en el islam como intermediarias entre Dios y los hombres.

Al oír esto, las gentes de la Meca aceptaron el Islam. Sin embargo, el Ángel Gabriel le comunicó que la supuesta revelación provenía de Satán y no de Dios, y le reveló las palabras exactas (que hoy aparecen en el Corán). La oposición contra Mahoma y sus seguidores en la Meca alcanzó tales proporciones que, tras enviar a sus adeptos a buscar refugio en la cristiana Abisinia (hoy Etiopía) y después de un intento fallido de obtener apoyo en la cercana ciudad de Taif, en el año 622 Mahoma se trasladó con algunos de sus compañeros al asentamiento agrícola de Yatrib, a unos 300 kilómetros al norte.
Este suceso, conocido como Hijra (o Hégira). Tras la Hégira se estableció la primera comunidad musulmana (umma) en Yatrib, y más tarde el episodio marcó el inicio del calendario musulmán, conocido como "era de la Hégira". Poco después, Yatrib cambiaría su nombre por Medina. Una de las razones que explican la creciente aceptación de la autoridad de Mahoma en Medina fueron sus éxitos militares. Los ataques contra caravanas de la Meca desembocaron en una importante victoria sobre una poderosa fuerza militar de esta ciudad en Badr, en 624.

A medida que crecía el prestigio de Mahoma, las tribus vecinas comenzaron a establecer alianzas con él y a aceptar el islam. En el 628 pudo firmar el tratado de al-Hudaibiya con la Meca. Aunque este tratado implicaba una serie de concesiones de su parte, tuvo el efecto de igualar el rango de su comunidad con el de la Meca. En el 630 consiguió hacerse con el control de la Meca casi sin oposición. Los habitantes de la ciudad que se le habían enfrentado en otra época aceptaron el islam. La Kaaba, que ya se había convertido en elemento central de las ideas del islam, fue al fin abierta a los musulmanes.

Tras la conquista de la Meca, el prestigio y la autoridad de Mahoma siguieron expandiéndose por toda la península arábiga, y las fuerzas musulmanas llegaron al sur de Siria. En el 632, Mahoma viajó por última vez desde la Meca a Medina para realizar las ceremonias del peregrinaje (hach).

Este episodio se denomina Peregrinaje de Despedida, ya que poco después, tras regresar a Medina, falleció, un 8 de junio de 632. Fue sepultado en su casa de Medina, y la segunda mezquita en importancia del islam se construyó en las inmediaciones de su tumba. 




Algunos de sus mensajes, son;

“Dios no teme las consecuencias.” 

“Tres cosas hay destructivas en la vida: la ira, la codicia y la excesiva estima de uno mismo.”

“No paséis el tiempo soñando con el pasado y con el porvenir; estad listos para vivir el momento presente.”

“Si la montaña no viene a ti, ve tú a la montaña.”

“Al lado de la dificultad está la facilidad.”

“La auténtica riqueza del ser humano es el bien que hace al mundo.”

“Di la verdad aunque sea amarga. Di la verdad aún contra ti mismo.”




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